...el eco de tu voz se pierde en el silencio de tu ausencia.
Corriste hacia el sur,
te escondiste tráz el jardín matizado de llanto, sangre, agua y otros perfumes florales.
Corriste y te escondiste bajo la cama.
Escupí, al parecer al vacio, mil palabras desnudas/acorazonadas que no supiste tragar.
Jugué bajo el velo de la noche.
Acompañé al crepúsculo a donde seria su tumba;
morí en la tierra engusanada y volví a nacer en manos marinas: Esperé por ti... en vano.
Canté una y otra vez la misma canción para ti.
El cielo ardió en llamas,
en verano se derritió,
una y otra vez...
[Nunca llegaste]
Ahora tus manos de arena deboran mi boca, y después...
después...
una y otra vez.
[Siempre deboras mi calma y libertad]
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